sábado, 11 de abril de 2020

Una simple mirada

Si quieres conocerte a ti mismo, mira lo que te molesta del resto.

La diferencia que nos deja en evidencia

Puede haber muchas emociones que nos equiparan a los humanos con el resto de animales que rondan por este mundo, como pueden ser la tristeza, rabia, la felicidad, incluso la ira. Pero hay algo que, inherente al ser humano, lo diferencia acusadamente de lo que late, respira y come; una emoción, un sentimiento, que por el propio hecho de existir determina que algo se ha pasado de vueltas y de frenada en nuestra evolución.

El miedo.

No es el instinto el que hace que miremos atrás en un callejón oscuro, ni al tener que hablar cuando no se sabe si lo que se va a decir va a explotarnos en los morros. No entra dentro de esa definición animal.

¿Imaginas un topo con claustrofobia? ¿Un pájaro con acrofobia?

Miedo irracional, dicen. Pero ¿qué puede haber más racional que el miedo,  tomando la palabra literalmente? Lo racional de razonar viene, del ser humano se supone, del pensar en lo que sucede y del pensar en que se piensa. Sólo desde el ser consciente en que se piensa se puede llegar a tener conciencia del miedo.

Anarkia frente a autoritarismo en confinamiento por pandemia


Es en estos momentos de confusión, represión, confinamiento y crisis donde se puede demostrar que más valiosa es la condición humana que el poder policial; más vale la solidaridad y el apoyo mutuo que las reglas, leyes e imposiciones esputadas por la clase política contra la sociedad, empoderando, aún más, a quien ya tiene poder para transgredir legítimamente cualquier tipo de norma que con sangre nos inculcan.
Porque no es necesario obligar a la gente a quedarse en casa encerrados, con el miedo a multas y detenciones por bandera, cuando la gente en realidad se queda por cuidar de sus conciudadanos, de vecinos, hermanos. 
Pero entonces, sin casi enterarnos por la confusión y pánico ametrallado por los medios de comunicación (que no información),  parece el mejor momento de sacar pecho, la frente en alto y desempolvar el orgullo patrio; ese que tanto nos une en los momentos difíciles; con olor a cuneta y cal viva.

viernes, 20 de julio de 2018

Cuando la sencillez se convierte en la única verdad

¿Por qué escalar montañas?

"Porque están ahí"
George Mallory

domingo, 12 de febrero de 2017

¿Sueños?

En un mundo errante, donde lo mísero se confunde con lo efímero, la triste realidad se convierte en un recuerdo volátil. Los pensamientos que nos hemos creado acerca de la realidad vivida ya no sabemos si podemos siquiera creerlos, pues en la fragilidad de la memoria hemos dejado caer el peso de nuestros recuerdos y añoranzas.

Y no critico aquí a esas añoranzas de niño que se pasean por nuestra mente de vez en cuando, retrotrayéndonos a la infancia casi olvidada, tampoco al olor que nos envuelve en sentimientos, ni la sonrisa espontánea de escuchar aquella musiquilla que oíamos una y otra vez, embelesados, como si de algo divino se tratase. To no critico eso, por supuesto.

Doy un grito y doy una patada a una puerta que estoy dejando poco a poco, con el rechinar de una bisagra envejecida, cerrarse para siempre. No echar el pestillo pero tampoco poner el pie evitando que se cierre a mis espaldas, sin la valentía para afrontar lo que estoy dejando del otro lado de la puerta, detrás, cada vez más lejos. Diciéndome a mí mismo que el pasado, pasado está, que no puedo hacer nada por evitarlo, que la miserable vida que tengo que soportar acompañando las benevolencias tiene que seguir ahí, rodeándome, impregnando de un hedor tremebundo el resto de las cosas; porque no puedo hacer nada.

Crecer añorando cada momento pasado, dejando que la memoria actúe como filtro para devolvernos un día la infantil mirada que perdimos hace tanto tiempo… Dejar que el brillo de nuestros ojos se convierta en un parduzco gris mate que tiñe cada paso que damos, cada caricia que recibimos.
Doy un grito y una patada por los sueños cumplidos sin saber que son sueños, por los momentos y horas sumergido en ociosas tareas que no conllevan un fin concreto ni más recompensa que la de haberlo hecho, tampoco el beneficio tangible que se espera de todos nosotros.

viernes, 28 de febrero de 2014

Ver, oír y... votar


Veo el  debate de la nación.
Veo la comisión de investigación del Gobierno de Navarra.
Veo a la gente que continúa yendo cada cuatro años a votar.
Y veo también, a la gente que sigue diciéndome que vaya a votar.

Hay que votar, David; por el cambio, dicen.

Quizá haya que darle un poco la vuelta a la forma.
Quizá debamos empezar a hacer cosas y no protestar y esperar que se hagan cosas.
Quizá ese cambio que la gente desea deba darse por dentro y no hacia fuera, como quien se quita un gran peso de encima al depositar su papeleta en esa urna que limpia conciencias; y también las encierra y oscurece, con su candado de esperanza.

...

Cuando el Gran Wyoming se presente a unas elecciones, ese día sí que iré a votar. Sin importarme su ideología pondré su nombre en la papeleta y la echaré, totalmente convencido, en la urna del colegio electoral.
Así, por lo menos, en el circo (disculpen los honrados trabajadores del circo) que es la política habrá un humorista de verdad.
Y los espectadores seremos los que riamos, y no los "actores" de nosotros, que es como sucede ahora.

jueves, 30 de enero de 2014

La vida es cuestión de actitud


"Para hacer algo sólo hay que hacerlo"

"Deja de pensar en divertirte y diviértete!"